Lo que en ocasiones es considerado un acto vandálico a veces es una expresión artística, la cual es aceptada por muchas personas que permiten que se plasme en las bardas de sus casas
Es común que en las casas, negocios y establecimientos de diversas zonas de la ciudad se pueda observar grafitis de rostros de personas, paisajes, o anuncios; lo que muchas veces es considerado como actos de vandalismo son en ocasiones expresiones artísticas, pero deben contar con el permiso de los propietarios de los lugares donde se realizan.
Especialistas en urbanismo manifiestan que después de superar el estigma o la etiqueta de clandestinidad, el grafiti está ganando más espacios en el paisaje de la ciudad al grado de que las familias buscan a estos artistas para que en sus hogares plasmen el rostro de alguna persona que ha fallecido y de esta forma la recuerden.
Algunos se atreven a contratar a estos artistas para que se rompa la monotonía del color de la vinílica, porque desean que su casa o negocio sea algo diferente, lleno de colores armoniosos o que los clientes o las personas que transitan por el rumbo no se olviden de algún detalle de su empresa o negocio.
Los artistas que realizan estas obras poco a poco han logrado que se popularice esta corriente urbana, por eso ahora son más los que brindan permiso para que sus bardas sean los “lienzos” que decoren con pinturas en spray obras diversas.
Los precios varían según el tamaño, diseño y colores que utilizan. (Foto: Adán Kent/Grafiti: Datoer)
Miguel Aladana Cantón, pintor de grafitis desde hace seis años, explicó que ahora los propietarios de las casas los contactan a través de las redes sociales para que les realicen algún diseño y lo plasmen en sus domicilios.
“Cuando nosotros acudimos a pintar y el diseño es libre no lo cobramos, pero si el propietario quiere que hagamos algo en particular, eso sí lo cobramos porque nos están contratando para hacer algo específico”, explicó.
Indicó que los precios varían según el tamaño, diseño y colores que utilizan, por lo que van desde los dos mil pesos o más, según lo que requieran los propietarios del espacio.
Agregó que ahora hay más apertura, ya que antes los satanizaban “porque según somos delincuentes o ladrones, pero solo somos personas que nos gusta el arte de pintar en las bardas y no debe ser visto como un delito, claro, siempre y cuando se tenga autorización de los dueños”.
Cabe mencionar que la aerografía es una técnica similar a la aplicación por spray en la elaboración de los grafiti. Si decides que alguno de estos murales estén en el frente, costado o el patio de su domicilio, basta con abrir el Instagram o el Facebook para contactar a alguno de los creadores y también admirar sus múltiples propuestas.