En julio de 2007, una extraña historia sobre asesinato en el metro de Londres apareció en un foro de Internet reavivando una vieja leyenda urbana. El relato es narrado por una estudiante de arte que se dirige a casa desde el centro de Londres, es de noche y se encuentra en un vagón del metro casi vacío. Al principio sólo viaja con otro pasajero, un hombre de aproximadamente 30 años pero, tras recorrer un par de estaciones, otras tres personas suben al metro. Se trata de una mujer joven que abraza a dos hombres.
El trio no generaba ni la más mínima confianza y, creyendo que se trata de drogadictos, la joven evita el contacto visual con ellos. De repente, el primer pasajero se sienta junto a ella y empieza a conversar como si fueran viejos conocidos. Murmurando a la estudiante “baja en la siguiente parada”. La joven no sabía qué hacer, pero su instintito la llevó a seguir al hombre en la siguiente estación para no quedarse en el vagón con las otras personas.
En cuanto el tren partió, el hombre le explicó que la mujer del trio estaba muerta: él había visto la forma en los hombres la subieron a rastras al vagón con unas tijeras clavadas en la nuca.
Otras versiones de la leyenda.
La historia fue todo un éxito en el foro, y los usuarios pronto empezaron a debatir sobre la cantidad de sangre que podían derramar unas tijeras incrustadas en la cabeza de un ser humano. Tampoco se hicieron esperar los que sugerían se trataba de un fantasma, una de tantas entidades sobrenaturales que habitan las estaciones abandonas del metro de Londres. Sin embargo, la mayoría empezó a decir que se trataba de una leyenda urbana.
Un asesinato en el metro de Australia.
En la misma publicación, un usuario que vivía en Sídney, Australia, aseguró que la historia también rondaba por aquellos destinos. Aunque variaba un poco: se trataba de un trio de mujeres donde la que iba al centro no dejaba de mirar fijamente a la chica que se subió al tren. La testigo era “una conocida de un mejor amigo”.
Ante la incesante mirada de la mujer, la “amiga del mejor amigo” decidió observar por la ventana. Poco después llegó un guardia y revisó su boleto, solicitándole que bajara inmediatamente del tren. Al descender, se enteró que la mujer que no le quitaba la vista de encima realmente estaba muerta, había sido estrangulada por las otras dos viajeras.
Otra variante de esta leyenda urbana apareció en un artículo publicado por Snopes en 2003. En este caso, dos hombres cargaban a una mujer que no dejaba de observar a nuestro espectador al otro lado del vagón. También estaba muerta, aunque en este caso el testigo se arriesgó a rescatar el cuerpo. En esta variante de la historia no se especifica causa de muerte.
Los asesinos del metro.
En 1984, en un libro titulado It’s True, It Happened to a Friend, aparece otra versión donde el homicidio de un hombre tiene lugar frente a nuestra desafortunada testigo. Un sujeto se sube al vagón y ésta lo ignora, enfocando su atención en el crucigrama que intentaba resolver. En la próxima estación, otros dos sujetos abordan el tren y se sientan a ambos lados del primer pasajero.
Los dos sujetos se bajan del tren en la siguiente parada, dejando al hombre en el asiento. Al arrancar, el tren produce la tradicional sacudida y el cuerpo del hombre cae al piso del vagón. Lo habían asesinado clavándole un puñal por la espalda. No había héroe alguno que salvara a la desafortunada viajera en esta historia.
También en la década de 1980 empezó a circular un encuentro desafortunado que habría tenido lugar sobre un tren que iba de Leeds a Manchester. En este caso dos mujeres eran las observadoras. Al llegar a destino descubrieron que la joven que no les había despegado la mirada durante todo el viaje había sido asesinada por dos mujeres que le sirvieron de apoyo durante todo el recorrido.
El hombre del medio.
Nueva York también cuenta con su variante de esta leyenda urbana, aunque en un autobús y no en un tren. Se dice que un matrimonio, tras hacer algunas diligencias, regresaba a casa muy tarde por la noche a bordo de un autobús. En una parada, tres sujetos mal encarados se suben al transporte y se sientan en la parte trasera. El hombre del medio parecía completamente borracho. Uno de los hombres dijo “buenas noches” y se bajó antes de que el autobús arrancara. Varias cuadras más adelante, el segundo hombre hace la parada y se despide de su compañero con un cordial “buenas noches, amigo”.
El matrimonio se preocupó de que el joven alcoholizado perdiera su parada y el esposo se digirió a despertarlo. Momentos después, el hombre regresa y levanta a su mujer para bajar inmediatamente del camión. Una vez en la calle, le confesó que aquel hombre tenía un corte de “oreja a oreja”.
El muerto que viajaba en tren.
Muchas veces, las leyendas urbanas se transforman en fenómenos universales y multiculturales, sobre todo cuando abordan algo tan común como la vulnerabilidad de los viajeros en el transporte público.
La versión más antigua de esta leyenda urbana proviene del año 1978, en Italia. En un libro de Rodney Dale titulado “The tumour in the whale: A collection of modern myths” se relata una especie de fábula dirigida especialmente a quienes solían contrabandear cadáveres en el transporte público.
Es la historia de una familia oriunda de Nápoles que laboraba al norte del país. El patriarca murió de forma inesperada y, para ahorrarse el dinero del traslado hasta su ciudad natal, lo vistieron con sus mejores ropas y lo sentaron en un vagón de tren con dos hijos a cada lado que servían de apoyo al cuerpo.
En determinado momento del viaje, los muchachos dejaron desatendido al padre por un momento y al regresar encontraron que su padre había desaparecido y otra familia ocupaba su lugar. Tras una fuerte discusión y amenazas con estiletes, la familia confesó que cuando el tren se puso en marcha, una de sus maletas cayó sobre el cadáver. Creyendo que el golpe le había quitado la vida, decidieron arrojar el cuerpo por la ventana.
Conclusiones finales.
Como puedes ver, las leyendas urbanas evolucionan con el tiempo adaptándose a las nuevas tecnológicas y lugares. Bien pueden suceder en Italia en la década de 1970 o en el metro de Londres en la actualidad. No te preocupes, si alguien se te queda viendo feo en el metro lo más seguro es que esté completamente borracho, sea un poco raro o haya tenido un día pésimo, es casi seguro que no está muerto.
Por cierto, en la película Weekend at Bernie’s (1989) la trama entera gira en torno a un cadáver que hacen pasar por un hombre con vida.