Hay personas que no pueden dormir ocho horas seguidas. Son las últimas en dormirse y las primeras en despertar. Y aunque la ciencia había advertido que la falta de sueño les podría traer serios problemas, nuevos hallazgos genéticos sugieren que ser espabilado pudiera ser una fortaleza.
La Academia de Medicina del Sueño de Estados Unidos y a Sociedad de Investigación del Sueño recomiendan a los adultos entre 18 y 60 años dormir al menos siete horas ininterrumpidas para mantener una buena salud. Esa regla se flexibiliza para los mayores 65, que pueden dormir una hora menos.
Estudios aseguran que una de cada tres personas tienen trastornos del sueño y que los que duermen menos están más propensos a enfermar y a tener problemas laborales y escolares.
Pero hay voces disidentes que dan esperanzas a los que nunca han sido dormilones y señalan que es más importante escuchar al reloj biológico que al despertador para sacar el mejor provecho a la vida.
La neuróloga de la Universidad de California en San Francisco, Ying-Hui Fu, descubrió que existen dos tipos de personas que duermen poco. Los que lo hacen por costumbre y los que están genéticamente diseñados para ello.
Los que se obligan a dormir menos horas y con los años se han entrenado para hacerlo, podrían caer en la estadística nefasta de las enfermedades vinculadas a la falta de descanso.
Pero los que duermen poco de manera natural podrían haberse ganado una lotería genética. La doctora Fu ha identificado al menos 3 genes raros que podrían ser los responsables de que sus organismos se recuperen más rápidamente durante la noche.
Dormir menos sin sentir señales de cansancio no es una situación común, ya que solo sucede a un individuo entre varios miles, calcula la investigadora. Una de ellas fue ex primera ministra británica Margareth Thatcher, quien solo necesitaba dormir cuatro horas al día.
Si una persona promedio duerme unas ocho horas, los que duermen poco aprovechan un 25% más de cada día. Eso significa que en un año dejan de dormir 60,83 días y en una década disfrutan de 1,66 años más de vigilia.
¿Por qué ocurre? Nadie lo sabe. El sueño humano sigue siendo un misterio para la ciencia, como lo confirma Louis Ptacek, profesor en neurología de la Universidad de California y esposo y compañero de equipo de Fu.
“Probablemente es cierto que dormir mal aumente el riesgo de sufrir virtualmente cualquier enfermedad”, dijo Ptacek. “Casi no sabemos nada sobre el sueño y cómo se regula”, agregó según un artículo de Time.
Las estadísticas indican que los que duermen mal son más propensos a sufrir problemas metabólicos, diabetes tipo 2, problemas psiquiátricos, enfermedad autoinmune, degeneración neuronal y muchos tipos de cáncer.
El reloj que llevamos dentro
Algunos son alondras mañaneras que se despiertan temprano y otros son búhos que se quedan despiertos hasta tarde. Esos patrones son regulados por el ritmo circadiano, que es un reloj interno de 24 horas. Es posible manipular ese mecanismo para despertar antes de finalizar naturalmente nuestro descanso al usar una alarma para levantarnos o dejando las persianas abiertas para que exponernos a la luz del sol.
Pero hasta hace poco se pensaba que el lapso ideal de sueño era universal. “Hay mucha gente que piensa que todo necesitan ocho horas y media de sueño nocturno y que sufrirán consecuencias si no lo hacen. Pero eso es tan loco como que todos deben medir 178 cm. Eso no es cierto”.
Ptacek y Fu son pioneros en un campo relativamente nuevo de la genética del sueño. Hace una década, Fu identificó el primer gen vinculado a las personas que duermen menos de seis horas y mantienen la misma salud que los que duermen ocho.
En 2019, Fu y Ptacek descubrieron otros dos genes relacionados a los que duermen poco, y en la actualidad están finalizando los detalles para presentar un cuarto gen, que refuerza la evidencia que funcionar bien con poco sueño es un rasgo genético.
Los médicos antes veían a los que dormían poco como personas con posibles patologías. Pero los resultados preliminares de las investigaciones de Fu han demostrado que esos sujetos además de dormir más eficientemente suelen tener más energía, son más optimistas y tienen una mayor tolerancia al dolor que los que pasan más tiempo en la cama. También podrían ser más longevos.
El objetivo a largo plazo de Fu y Ptacek es comprender los detalles de la regulación de los ciclos del sueño con el anhelo de desarrollar tratamientos para mejorar la eficiencia del tiempo que dormimos.
Cuestión de ritmo
Steven Lockley, profesor asociado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, dice que todos los órganos tienen un ritmo. “Hay un reloj en tu corazón, un reloj en tus pulmones, un reloj en los riñones”. Todo el cuerpo, incluyendo el metabolismo, las hormonas, el sistema inmune, las funciones reproductivas, está influenciado por el ritmo circadiano.
Otra novedad sobre el reloj biológico es que podemos mejorar la eficiencia de un medicamento dependiendo de la hora del día en que se tome.
Estudios sugieren que ciertas drogas para tratar el cáncer colorectal, el dolor y el asma actúan mejor o son menos tóxicas si se toman a distintas horas del día.
Los beneficios del ejercicio también varían dependiendo de la persona y la hora. Un estudio realizado en Suecia por la profesora de fisiología del Instituto Karonliska, Juleen Zierath, publicado en 2018, observó los resultados de 11 hombres con diabetes tipo 2 que fueron sometidos a un programa de entrenamiento de alta intensidad.
Los hombres hacían ejercicio alrededor de las 8 de la mañana y a las 4 de la tarde durante dos semanas y luego cambiaban de horario. Zierath pensó que ambos grupos mejorarían sus analíticas de manera similar. “Pero los que hicieron ejercicios en la mañana tenían niveles ligeramente más altos de azúcar en la sangre, lo que no esperábamos para nada”.
Y aunque hay analizar muchas otras variables para confirmar la hipótesis, Zierath ofreció una primera pista sobre la posibilidad de que la hora del día importa para hacer ejercicio.
La ciencia está en pañales en lo que respecta al ritmo circadiano pero podría guardar las claves de la medicina personalizada.
“Esperamos que en cinco o 10 años vayas al médico, te realicen una prueba de respiración o de orina, y el doctor conozca tu ritmo biológico”, dijo Lockley.
En ese momento todos los tratamientos serán basados en tu reloj interno real, que será muy distinto al de los demás.
Mientras tanto, es recomendable hacerle caso al organismo. Planificar el día para obtener las horas de sueño que cada uno necesita para sentirse descansado.